Dios le encomienda a José una misión única y maravillosa. José es llamado a ser padre de Jesús y esa va a ser su vocación, su misión.
Sabemos que José vivió una vida sencilla, pero no una vida fácil.
Se enfrentó a situaciones difíciles, tuvo que proteger y sostener a María esperando al niño sin tener un techo donde pudiera nacer, tuvo que huir hacia Egipto, ser un extranjero en tierras desconocidas y ganarse el pan del día con el sudor de su frente.
San José sufrió la duda frente a su propia esposa, se entregó al cuidado de un niño que no era de su sangre. Aceptó servir a su familia entregándose, siendo un esposo y padre amoroso y protector.
Brillan en él, virtudes como la sencillez, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad, la sencillez y la fe; la confianza en Dios y la más perfecta caridad.
El día de hoy nos invita a reflexionar acerca de la entrega, dedicación y amor que San José profesa a María y Jesús.
MISA, día 20 de marzo.
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