01
ABR
2020

DOMINGO DE RAMOS



    CONMEMORACIÓN DE LA ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN Y EUCARISTIA.

    En la mesa del comedor familiar ponemos un mantel, y en el centro una cruz, con una vela encendida y si se puede una o varias ramas pequeñas de algún árbol o planta. Sentada toda la familia alrededor de la mesa, verdadera iglesia doméstica, se tiene la celebración de este día.

    INTRODUCCIÓN

    En el nombre del Padre, y del Hijo,

    y del Espíritu Santo.

    R. Amén.

    Este domingo comienza la gran semana de los cristianos, la semana santa. Santa porque en ella Jesús llevó a cabo su obra de salvación. Hoy vamos a recordar la entrada de Jesús en Jerusalén y su pasión salvadora. Hoy no podemos ir a la iglesia, pero la Iglesia viene a nosotros. No estamos solos, con nosotros están todos los cristianos del mundo. Vamos a rezar de corazón con todos ellos.

    RECUERDO DE LA ENTRADA DE JESÚS

    LECTURA DEL EVANGELIO

    Escuchemos con devoción, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

    Y se proclama el evangelio (Jn 12, 12-15):

    En aquel tiempo, la multitud que había ido a la Fiesta, oyendo que Jesús llegaba a Jerusalén, tomaron ramos de palmera y salieron a recibirlo, gritando:

    −«¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel!».

    Jesús encontró un borriquillo y montó en él, como está escrito:

    «No temas, ciudad de Sión,

    mira, viene tu Rey,

    montado en un pollino de asna».

     

    Palabra del Señor.

    R. Gloria a ti, Señor Jesús.

     

    SALMO

    Como la multitud que acompañaba a Jesús con cantos, aclamemos a Jesús, que viene a Jerusalén, que viene a nuestras vidas, para salvarnos. Cantemos con corazón de niño.

     

    Cantamos la segunda parte del Santo de la misa:

    Bendito el que viene en nombre del Señor.

    Hosanna en el cielo.

    Dad gracias al Señor porque es bueno,

    porque es eterna su misericordia.

    En el peligro grité al Señor,

    y me escuchó poniéndome a salvo,

    el Señor está conmigo, no temo;

    el Señor está conmigo y me auxilia.

    Abridme las puertas del triunfo

    y entraré para dar gracias al Señor.

    Ésta es la puerta del Señor,

    los vencedores entrarán por ella.

    Te doy gracias porque me escuchaste

    y fuiste mi salvación.

    Hosanna. Señor, danos prosperidad.

    Hosanna. Señor, sálvanos.

    Bendito el que viene en nombre del Señor.

    Ordenad una procesión con ramos hasta el altar.

    Tú eres mi Dios, te doy gracias;

    Dios mío, yo te ensalzo.

    Dad gracias al Señor porque es bueno,

    porque es eterna su misericordia.

    Y cantamos de nuevo:

    Bendito el que viene en nombre del Señor.

    Hosanna en el cielo.

     

    RECUERDO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

    LECTURA

    Jesús subió a Jerusalén para cumplir la voluntad de Dios Padre: dar su vida en la cruz para la salvación del mundo. Escuchamos ahora el relato de la pasión según san Mateo con fe, y llenos de amor a Jesús y a los hombres y mujeres que, como él, también sufren y mueren.

    Y se lee la pasión (Mt 27, 11-15. 17. 21-23. 26. 32-33. 38-39. 46. 50. 54)

    Llevaron a Jesús ante el gobernador romano, y éste le preguntó:

    −«¿Eres tú el rey de los judíos?»

    Jesús respondió:

    −«Tú lo dices.»

    Y mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los senadores, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:

    −«¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»

    Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:

    −«¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»

    Ellos dijeron:

    −«A Barrabás»

    Pilato les preguntó:

    −«¿Y qué hago con Jesús, llamado Mesías?»

    Contestaron todos:

    −«¡Que lo crucifiquen!»

    Pilato insistió:

    −«Pues ¿qué mal ha hecho?»

    Pero ellos gritaban más fuerte:

    −«¡Que lo crucifiquen!»

    Al ver Pilato que todo era inútil, les soltó a Barrabás y a Jesús se lo entregó para que lo crucificaran.

    Los soldados lo llevaron a crucificar. Al salir encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y lo forzaron a llevar la cruz.

    Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota crucificaron a Jesús y con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo injuriaban.

    A media tarde, Jesús gritó:

    −«¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»

    Jesús dio otro fuerte grito y exhaló el espíritu.

    El centurión y sus hombres al ver lo que pasaba dijeron:

    −«Realmente éste era Hijo de Dios.»

    Se tiene un momento de silencio, interiorizando lo escuchado y contemplando la cruz. Después se tiene la oración común:

    ORACIÓN DE LOS FIELES

           Recemos a Jesús, nuestro Salvador:

    R. Señor, ten piedad.

     

    Señor Jesús, tú entraste hoy en Jerusalén, entra también en nuestras casas y en nuestros corazones y muéstranos tu amor.

    R. Señor, ten piedad.

     

    Señor Jesús, al cargar con la cruz cargaste con nuestros sufrimientos y dolores, acuérdate de los enfermos, de los que están sufriendo, y pon paz y esperanza en sus corazones

    R. Señor, ten piedad.

     

    Señor Jesús, tú te dejaste ayudar por Simón de Cirene, acuérdate de los médicos y del personal sanitario, y de todos los que están ayudándonos en este momento difícil y dales fortaleza.

    R. Señor, ten piedad.

     

    Señor Jesús, tú entregaste tu vida en la cruz para salvación del mundo, acuérdate de los que mueren cada día, que estén contigo en el Paraíso.

    R. Señor, ten piedad.

     

    Señor Jesús, tú cumpliste siempre la voluntad de Dios, ayúdanos a aceptar también nosotros la voluntad del Padre, con paz y serenidad.

    R. Señor, ten piedad.

     

    En este momento se puede tener un gesto de amor a Jesús y al prójimo sufriente, besando la cruz o tocándola con devoción. Podemos cantar con esperanza:

           ¡Victoria, tú reinarás!,

    ¡oh cruz, tú nos salvarás!

     

    ORACIÓN DEL SEÑOR

    Con los brazos abiertos y elevados al Padre, como Jesús en la cruz, digamos la oración que él nos enseñó:

    Padre nuestro…

     

    CONCLUSIÓN

    Hacemos la señal de la cruz mientras decimos:

    El Señor nos bendiga,

    nos guarde de todo mal

    y nos lleve a la vida eterna.

    R. Amén.

     

    Se puede concluir saludando a la Virgen María:

    Dios te salve, María…


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